Sigo Dando Vueltas...
- Hahj… escolar - (chofer micro amarilla) Movió la cabeza sin dejar de brindarme su cara de odio.
- Ándate para atrás - dijo con voz amarga… - no, me bajo luego - en un hilo de voz, latidos que iba sintiendo cada vez más rápido. Una señora amiga comentó las malas maneras del chofer, ella se bajaba en el mismo lugar que yo. Le pidió que parara en el paradero. Él, de lo más natural, tomó tercera fila y salió por donde sólo iban autos, como le dio rojo paró y se dignó a abrir la puerta (donde no era paradero), aunque nuestra parada ya estaba lejos.
Me bajé rápido, sentía venir las lágrimas… la impotencia, no atreverme a decirle nada… sollozaba porque una vez más pasaban sobre mí, aunque fuera un maldito chofer de micro amarilla. Aunque sé que no tengo porqué ponerme así por una situación como esa, aunque sé que no tengo la culpa de su idiotez y amargura.
Corrí hacia el metro, con un nudo en la garganta, ahogándome y finalmente llorando. Traté de calmarme, respirar… funcionó. Subí al metro y volvía la escena, no pude controlar mis emociones. Trataba de mirar hacia fuera, que la gente no viera lo patética que soy. Miraba los riles… tan fácil… terminar todo, terminar el sufrimiento… tan fácil.
Mientras lloraba reviví otras cosas, otras cosas que me tienen cagada en este último tiempo. Me siento mal conmigo, perdí mi centro nuevamente. No sé donde quiero ir, no sé lo que quiero. Voy arrastrando los pies… estoy respirando bajo una máscara y me ahogo de a poco, de a poco y con cierta frecuencia. Todo lo cotidiano me da vuelta exigiéndome soluciones… Prioriza, Actúa y Olvida lo demás… Lo demás… lo demás. Qué vasto es “lo demás”, sigo reviviendo, sintiéndome mal… extrañando… lastimándome la ausencia, doliéndome la desilusión, en confusión. No puedo salir del círculo.
Mi mente viaja a veces al futuro, y no logro ver claro. Mis manos me tapan la luz… yo misma me apago, me derrumbo y no sé porqué pararme… no se porqué luchar… ¿por qué luchar?. Quizás no sé cómo pararme… si tengo por quién seguir, no tengo la fuerza… soy tan débil. Soy una carga. A veces no lo soy, pero sólo yo sé cuánto me cuesta estar… sólo yo se cuánto lucho cada día, cada enfrentar… y a veces… cómo en estos días, siento el cansancio, con los brazos abajo espero quien me dé el aliento para seguir… seguir en el círculo.
- Ándate para atrás - dijo con voz amarga… - no, me bajo luego - en un hilo de voz, latidos que iba sintiendo cada vez más rápido. Una señora amiga comentó las malas maneras del chofer, ella se bajaba en el mismo lugar que yo. Le pidió que parara en el paradero. Él, de lo más natural, tomó tercera fila y salió por donde sólo iban autos, como le dio rojo paró y se dignó a abrir la puerta (donde no era paradero), aunque nuestra parada ya estaba lejos.
Me bajé rápido, sentía venir las lágrimas… la impotencia, no atreverme a decirle nada… sollozaba porque una vez más pasaban sobre mí, aunque fuera un maldito chofer de micro amarilla. Aunque sé que no tengo porqué ponerme así por una situación como esa, aunque sé que no tengo la culpa de su idiotez y amargura.
Corrí hacia el metro, con un nudo en la garganta, ahogándome y finalmente llorando. Traté de calmarme, respirar… funcionó. Subí al metro y volvía la escena, no pude controlar mis emociones. Trataba de mirar hacia fuera, que la gente no viera lo patética que soy. Miraba los riles… tan fácil… terminar todo, terminar el sufrimiento… tan fácil.
Mientras lloraba reviví otras cosas, otras cosas que me tienen cagada en este último tiempo. Me siento mal conmigo, perdí mi centro nuevamente. No sé donde quiero ir, no sé lo que quiero. Voy arrastrando los pies… estoy respirando bajo una máscara y me ahogo de a poco, de a poco y con cierta frecuencia. Todo lo cotidiano me da vuelta exigiéndome soluciones… Prioriza, Actúa y Olvida lo demás… Lo demás… lo demás. Qué vasto es “lo demás”, sigo reviviendo, sintiéndome mal… extrañando… lastimándome la ausencia, doliéndome la desilusión, en confusión. No puedo salir del círculo.
Mi mente viaja a veces al futuro, y no logro ver claro. Mis manos me tapan la luz… yo misma me apago, me derrumbo y no sé porqué pararme… no se porqué luchar… ¿por qué luchar?. Quizás no sé cómo pararme… si tengo por quién seguir, no tengo la fuerza… soy tan débil. Soy una carga. A veces no lo soy, pero sólo yo sé cuánto me cuesta estar… sólo yo se cuánto lucho cada día, cada enfrentar… y a veces… cómo en estos días, siento el cansancio, con los brazos abajo espero quien me dé el aliento para seguir… seguir en el círculo.